Por Natalia Mutuberria (@natymutu) y Vladimir di Fiore Prieto (@vdifiore) (*)

Millones de usuaries de WhatsApp comenzaron 2021 con la notificación de cambios en las condiciones de privacidad y seguridad de la plataforma, que de esta manera oficializa el cruce de datos con todas las empresas que conforman el grupo Facebook y sus socias, a excepción de quienes residen en la Unión Europea que cuenta con regulación específica que impide estás prácticas.

Los gigantes de internet, conocidos como GAFAM (Google, Apple, Facebook Group, Amazon y Microsoft), están cuestionados por la posición monopólica que ostentan y por su rol en cuanto a proveedores de Big Data basada en la utilización de los datos de las personas usuarias de sus plataformas.

La posición dominante que adquirieron a partir de la masificación de su uso las convirtió en parte esencial de nuestra vida social y laboral. Muchos de nuestros dispositivos móviles traen estas aplicaciones de facto y nuestros planes suelen incluir “WhatsApp gratuito”. Su uso masivo nos arrastra a la opción de pertenecer o quedar afuera de conversaciones familiares, sociales y laborales. Estamos hablando de una nueva esfera pública digital, la cual exige que la sociedad y los Estados tomen cartas en el asunto para proteger a les usuaries/ ciudadanes.

¿Estamos ante un estado de WhatsApp o muerte? Definitivamente no, las personas usuarias contamos con varias herramientas seguras y con eje en el respeto de nuestra privacidad. De las muchas que hay vamos a centrarnos en Signal y en Telegram.
La primera es la que nos garantiza un nivel de seguridad y privacidad más elevado, siendo que todos nuestros mensajes son encriptados, solo guarda nuestro número de teléfono y es Software Libre. Luego tenemos Telegram que tiene muchas herramientas en su apartado grupos de chat y de difusión, cuenta con un modo seguro que iguala a Signal en encriptado y nos permite tener charlas sin necesidad de compartir nuestro número de teléfono mediante el uso de alias. En ambos casos nuestras charlas no generarán vínculos en el mundo GAFAM.
Más allá de estas alternativas, a mediano plazo el desafío es pensar políticas públicas cuyo eje sea la ciudadanía en la esfera pública digital. Y allí aparecen una serie de tareas que los Estados deben asumir de manera urgente. Sin dudas la primera tiene que ver con pensar nuevas regulaciones que protejan a las y los ciudadanes. En este sentido, Argentina necesita promover una actualización de la ley de Protección de Datos Personales 25.326, así como pensar en una ley como el Marco Civil de Internet de Brasil.

Además hay debates pendientes cómo la determinación de la responsabilidad de los intermediarios, o cómo garantizar la libertad de expresión en la red de manera que no sean las plataformas las que decidan qué es lo que circula en internet. Para simplificar: un marco regulatorio que aclare las reglas del juego.

Sin dudas también hay que trabajar en políticas antimonopólicas y de promoción del sector, atendiendo desde proveedores de internet y empresas de telefonía móvil hasta desarrolladores de software, pasando por la producción nacional de dispositivos. Porque todo tiene que ver con todo y sin dudas necesitamos una política de comunicación integral que apueste a la democratización y la inclusión social, a la producción nacional, la innovación y la competitividad.

* Especialistas y militantes del Software Libre.

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